En
este artículo vamos a ver cómo fueron cambiando las funciones del editor
desde la editorial industrial hasta nuestra actualidad, la editorial virtual.
- El editor de ayer
La figura del editor apareció en Francia. Jugaba
un rol decisivo, el del empresario capitalista en cuyas manos se concentraban
las principales funciones terciarias de la Editorial. Como actividades a realizar
él tenía que leer y juzgar los manuscritos, luego elaboraba el marco financiero
de la publicación: fijaba la tirada, calculaba el costo y el precio de la
venta, estimaba el nivel y la rapidez de la difusión.
La lógica industrial conducía a veces a la
práctica del trabajo por encargo, en las que el editor pedía a los autores un
cierto tipo de texto. Una oficina estaba a cargo de las relaciones con los
autores y de la circulación y el control de las pruebas.
El rol del editor era central también en el plano
financiero, por esto era necesario asociar a los bancos a las estructuras de
financiamiento.
La última etapa del rol del editor era la de la
distribución: establecía el estado de los libreros a los que hacia llegar
ejemplares de la obra, fijaba las condiciones materiales de la venta, preparaba
y embalaba, hacía los envíos y por último la contabilidad y los pagos. La
fortuna o capital de la casa de edición estaba constituida por su fondo
editorial, es decir por el conjunto de títulos que había editado. (Barbier)
De esa manera, el libro fue convirtiéndose en una
mercancía producida en masa, por esta razón la imprenta dio al editor-vendedor
un nuevo papel en el corazón de las redes de comunicación: escoger qué textos
se multiplicarían por medio de la impresión. Fue un problema elegir entre los
manuscritos en circulación. Los editores competían por los libros en manuscrito
que aparecían en el mundo de las letras y cada vez más encargaban libros sobre
temas que creían que llamarían la atención a amplias audiencias. (Jean Martin)
- El editor de hoy
La Red provee un nuevo soporte material para la transmisión del texto
acorde con las necesidades comunicativas contemporáneas.
La labor del editor se ve modificada
principalmente porque como cualquier otro medio, llámese libro, papiro, internet no es "un elemento neutro
y juega un papel importante en la construcción de la cultura" (Aguirre, Incidencia). Si en la
tecnología de la imprenta el libro respondía a cánones literarios que
enfatizaban la fijación del texto, la figura del autor y el respeto a la
tradición, la difusión electrónica del texto es posible en un marco cultural
donde el lector y no el autor, el texto y no
la obra son los protagonistas.
La informática altera la labor del
editor, porque provee al circuito literario con un medio de difusión veloz y
eficiente que permite obviar la mediación que suponía la industria editorial y
sus representantes, con los lectores. También la altera porque permite la
superposición de funciones, nuevas formas de comercialización y distribución de
textos, y de relaciones entre autores, editores y lectores.
Los editores que han apostado a la
edición y difusión de la literatura en Red han encontrado un entorno ágil que
les permite sobre todo bajos costos, difusión global de los textos y una amplia
oferta de éstos, de manera que tienen más de donde escoger y pueden, de estar
interesados en una obra, entrar en contacto inmediatamente con el escritor, sin
importar la distancia geográfica.
Internet igualmente favorece al autor
pues al poder difundir sus textos libremente le permite crear vínculos con
otros autores y editores y eventualmente buscar la edición en papel.
La Red permite que quien quiera
publicar su creación lo haga sin mayores inconvenientes; es lo que se conoce
como horizontalidad de la Red: "cualquiera puede convertirse en agente
cultural al tener a su disposición unos instrumentos que posibilitan la
producción y distribución cultural" (Aguirre,Literatura).
Por eso es importante recordar que
los autores, como afirma Roger Chatier,
escriben textos y no libros, y que el libro es un "soporte-formato de
almacenamiento y distribución de la Cultura como información, no la Cultura
misma" (Aguirre, El libro).
Si un editor tradicional toma decisiones basado en estadísticas de venta,
elabora proyectos de edición, decide tipos y colores de impresión, gestiona
derechos de autor, organiza campañas promocionales, etc., el editor en Red debe tener en cuenta
estadísticas de acceso al sitIo, saber fundamentos de diseño y programación,
establecer la arquitectura interactiva e hipertextual
de un documento, buscar información sobre derechos de autor digital, y
contratar compañías publicitarias intercambiando metatags
y banners. Las ventajas de Internet no son absolutas para todo
tipo de publicación, como tampoco lo es el libro impreso, por lo que ambos
tieneN que conocer los contenidos que quieren divulgar y saber plasmarlos
con los medios técnicos a su disposición.
El editor virtual realiza su labor en el marco de una sociedad de consumo
que hace uso intensivo de los sistemas de información. Esto significa que se
privilegia al lector, tanto en las operaciones de construcción de sentido del
texto como en su papel de "consumidor". En este contexto cultural los
principales obstáculos que enfrenta el editor en la Red son:
- Las resistencias culturales y los prejuicios que conducen a visiones apocalípticas: el texto electrónico (la "tecnología”) acabará con el libro, el libro es cultura, por lo tanto se acabará con la cultura. No se acepta que tanto el texto electrónico como el libro de papel puedan coexistir sin que ninguno tenga que ceder su lugar al otro.
- La tecnofobia de los escritores y la crítica literaria.
- El bajo alcance de internet: pese a que Internet es un medio en constante crecimiento su alcance continúa siendo bajo, de ahí el poco o nulo impacto que han tenido las editoriales virtuales en el circuito literario.
- Falta de profesionales especializados en edición electrónica de textos literarios.
El actual editor en Red busca la adaptación de escritores y lectores a las
nuevas posibilidades que ofrece la informática.